Impuesto para Patrimonio
Una de las características principales de este impuesto es su progresividad, es decir, que las personas con un patrimonio más elevado deben pagar una tasa más alta que aquellas con un patrimonio menor. Asimismo, se establecen una serie de reducciones y bonificaciones que pueden aplicarse en caso de que el patrimonio esté destinado a actividades económicas o se determine que se trata de un patrimonio afecto a un uso personal o familiar.
En resumen, el Impuesto sobre el Patrimonio cumple una función redistributiva en la sociedad, ya que grava a aquellos que cuentan con una mayor riqueza, aunque también se ha cuestionado su eficacia y su necesidad debido a la existencia de otros impuestos como el IRPF y el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones.